Inertia and lack of vision prevented Mexico move forward

Inercia y “falta de visión” impiden a México avanzar, afirma Calderón

Inertia and lack of vision prevented Mexico move forward
Summons political actors to take profound changes and proposed ten reforms * In the course of his third report calls going from the logic of possible modifications to the background * Promises to take this agenda, "with all the risks and all costs involved"

Convoca a los actores políticos a asumir cambios profundos y propone una decena de reformas * En el discurso de su tercer Informe llama a pasar de la lógica de las modificaciones posibles a las de fondo * Promete asumir esta agenda “con todos los riesgos y todos los costos que ello implica”

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  1. Claudia Herrera y Fabiola Martínez
    A medio tramo de su gobierno y con una mayoría opositora en el Congreso, el presidente Felipe Calderón reclamó la “falta de visión” de los actores políticos, propuso un decálogo de reformas que permita pasar de la lógica de los cambios posibles a los de fondo y prometió asumir esta agenda “con todos los riesgos y con todos los costos que ello implica”.
    Rodeado de gobernadores, legisladores, representantes de diversos poderes, de las cúpulas empresariales y del sindicalismo oficial, reunidos en Palacio Nacional para escuchar el mensaje de su tercer Informe de gobierno, el michoacano hizo un llamado enérgico a dejar atrás la inercia, aquellos prejuicios, mitos, tabúes y miedos para alcanzar una gran alianza que dé paso a “cambios profundos”.
    Así, planteó un paquete de reformas en diez rubros: combate a la pobreza, salud, educación, finanzas públicas, energía, telecomunicaciones, laboral, desregulación, seguridad y política electoral.
    Con un ritual que sólo cambió de escenario y de protagonistas, Calderón revivió el cancelado “día del Presidente”. En el patio central de Palacio Nacional fue interrumpido 12 veces con aplausos, que no pocas veces comenzaron en las tribunas de legisladores panistas y en los espacios que ocupaba la burocracia, y luego fueron seguidos, a discreción, por gobernadores, dirigentes partidistas y legisladores.
    Por primera vez, el jefe de Gobierno capitalino, el perredista Marcelo Ebrard, acudió a este ceremonial, aunque fiel a su costumbre evitó el saludo con el mandatario panista. Este hecho contrastó con las ausencias de dos miembros del PRD: el presidente del Senado, Carlos Navarrete, quien fue representado por el panista Ricardo García Cervantes, y el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy. La falta de Narciso Agúndez, mandatario de Baja California Sur, fue justificada por la alerta en su estado ante el huracán Jimena.
    El resto de los integrantes del presídium eran los invitados que nunca faltan a los ceremoniales presidenciales: gobernadores de todos los partidos y miembros de un gabinete que está próximo a modificarse, según los planes presidenciales. Uno de los más mencionados en la ruleta de cambios fue el procurador Eduardo Medina Mora, quien insistía: “Aquí estamos firmes”, y para rehuir a las preguntas soltó: “Es el día del Presidente”.
    Orador único, Calderón ocupó una hora 12 minutos, primero para defender las acciones de su gestión en este “año diferente”, término que utilizó para describir la conjunción de la crisis económica, la mayor virulencia del crimen organizado, la caída severa de la producción petrolera y el impacto de la sequía, listado en el que no apareció el incremento de la pobreza en el país, aunque después hizo referencia a que uno de cada diez mexicanos la padecen.
    En la segunda parte de su discurso convocó a los mexicanos a plantear una agenda de reformas de “segunda generación”, tras decir que él mismo reconoce que lo hecho es “claramente insuficiente” y que a este ritmo tomaría muchos años, y quizá décadas, el poder alcanzar cambios concretos.

    Sin importar qué partido, qué gobierno o qué poder se lleve el mérito de ello, pidió que haya altura de miras y que se tiendan puentes para enfrentar este “momento definitorio”. Anunció incluso que en los próximos días buscará reunirse con diversos liderazgos sociales, políticos, económicos y académicos, a fin de analizar todas las alternativas.
    Concluido su discurso, Calderón se despidió de los gobernadores y después apresuró el paso para bajar del templete. Lo primero que hizo fue abrazar y besar a Beatriz Paredes. No importó que la lideresa priísta hubiera llegado tarde al acto.
    El PRI es mayoría en la Cámara de Diputados y las deseadas reformas “de fondo” dependen de ese partido.

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